lunes, 24 de diciembre de 2007
Dulce Navidad
Es repugnante. El contraste entre la mierda subcutanea de la sociedad y los ornamentos navideños que la cubren me produce una arcada (mental) y siento como se me revuelve la masa gris. Lo peor de todo es que a diferencia de otras cosas que observo y que también me parecen repulsivas (en ocasiones seductoras), a esto no le encuentro el sentido por ningun lado.
¿De qué se trata exactamente? No puede ser sólo un acto económico o un virus temporal, tiene que haber algo más, algo detrás de todo ello. Es como la perversión de la perversión, conseguir que algo sea extremadamente terrorífico y que luego sea únicamente fruto de cerebros secos e "inocentes" que en realidad no saben de su propia perversidad.
Sentada en la ventana de mi casa, en este mismo instante, veo un grupo de 20 corredores ataviados con astas de reno y nariz roja, corriendo en perfecta alineación y entonando algo que me suena a campamento militar. Todo mi vello se eriza de extrañamiento y me sobreviene un retortijón (real).
¿Cómo podría yo transgredir algo que cada año se transgrede a sí mismo mejor que nada? ¿Cómo poner una bomba en una mierda que sabes que si explota sera más grande, más poderosa y apestara mas intensamente?
La navidad siempre me produce este tipo de sentimientos que no puedo comprender y contra los que no puedo reaccionar y me quedo revuelta y angustiada y con las manos huecas y una náusea profunda muy difícil de estabilizar.
Si al menos pudiera ver un trineo volando por el cielo...
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