jueves, 22 de noviembre de 2007

El Pavo de Acción de Gracias

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Hoy voy a ser testigo de una culinaria costumbre americana bastante erotizante. Ayer compramos el pavo, el cabrón pesa 15 libras que vienen a ser...6,8 kilos (un bebé un poco grande pero aún me sirve). Cuando le metes la mano por el culo te encuentras que OH! está lleno de bolsitas de plástico que contienen los higadillos varios. En el cuello (yo me lo esperaba con cabeza) otra bolsita alberga el corazón.
El tacto de su piel es similar al de los labios internos de un coño (un poco más fría, claro). Fantaseo con mis manos urgando ahí dentro cuando el animal aún está caliente (lo compramos semicongelado), entre viscosidades y líquidos y pequeñas protuverancias blanditas.

En un momento de mi fantasía el pavo se convierte en un bebé (se parecen bastante, ¿no?). Me asalta la terrible visión de mí misma introduciéndole a un bebé muerto arándanos y curruscos de pan por un ano cada vez más dilatado, rociándolo de sidra y metiéndolo en el horno a 400 grados farenheit (que vienen a ser... 204 celsius).

Me pregunto si soy realmente una enferma, aunque la respuesta, sinceramente, no me importa demasiado.

Bueno provecho!

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